Sin ser Pitágoras,
y en una noche confusa,
había dos catetos
en busca de una musa.
Tras incontables tragos,
una espalda les engatusa,
que resultó ser la única bala
de la jodida ruleta rusa.
Tras una carcajada,
al ver de frente a Medusa,
nació el teorema de los dos Catetos
perdidos por su Hipotemusa.
Lo único que lo justifica,
sin que sirva de excusa,
es que las copas al cuadrado
nublan la vista el doble.