Me han cantado las 40 bajo reflejos de lluvia
y me han aullado a la luna por no poder dormir.
Adicto a mi pequeño desastre,
que se escurre entre telas de juicio.
Enganchado a cuando la vida hace zigzag
y te suelta los cordones de los zapatos,
pero no te agachas a abrocharlos
porque te gusta el riesgo a tropezar.
Confieso que nunca quise ser poeta
y, sin embargo, llenas mis versos.
Sólo soy un bufón con alas de ángel
que ha llegado a arder en tinta.
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