A veces soy volcán
en reposo
latente
paciente
peligroso
a punto de estallar.
A veces soy tormenta
con truenos
con relámpagos
lejanos
inofensivos
con más escándalo que vendaval.
A veces soy ambos
y ninguno.
A veces no soy
ni quiero ser.
A veces soy volcán
en reposo
latente
paciente
peligroso
a punto de estallar.
A veces soy tormenta
con truenos
con relámpagos
lejanos
inofensivos
con más escándalo que vendaval.
A veces soy ambos
y ninguno.
A veces no soy
ni quiero ser.
Tengo hambre de comerme tus miedos.
Tengo sed de beberme tus ganas.
Mantengo la vida en enredos.
Contengo a raya a las canas.
Cada vez que conseguía olvidar
que estoy enamorado de ti,
mi subconsciente
se ha encargado de recordármelo,
soñando contigo.
Podría decirte que te quiero,
que te echo de menos cada minuto,
que contigo sólo disfruto,
que, si tu eres gas, yo quiero ser mechero.
Podría decirte que me da igual no ser el primero,
que con tu recuerdo me electrocuto,
que a mi cobardía ya sólo le discuto,
que quiero ser bote de pimienta, si tu eres el salero.
Podría decirte que tu sonrisa me encanta,
que te sueño dormido y despierto,
que todo lo que escribo es cierto,
que el brillo de tu mirada me atraganta.
Con los ojos cerrados, podría decirte todo esto
y otras tantas cosas que ahora callo,
pero que me parta un rayo
si me atrevo a ser tan honesto.
A veces, la vida va de dejarse querer.
En algunos casos, de querer y dejarse.
Con frecuencia, de quererse y punto.
En ocasiones, de quererse dejar.
Otras, de querer, sin más.
Y, ocasionalmente, de dejarse... llevar.
Cordura presa del silencio elevado
que cumple confinamiento con la locura.
Hartura que besa el tiempo raptado,
bajo un puñado de pensamientos sin cerradura.
Postura que encalla en veneno rasgado
y agota el envejecimiento de la dulzura.
Dictadura del aburrimiento atrapado,
que espera su final, mientras madura.
Pero, ¿cuánto vale el sigilo de la mente,
cuando su run-run te amenaza con una quemadura?
¿Cuánto darías por estirpar esa serpiente
que, bajo su falsa paz, te hiere cuando te cura?
No recuerdo el momento exacto en el que me enamoré de ti,
pero sí del preciso instante en el que caí en la cuenta.
Fue como una noche de verano, cuando hay tormenta,
que acabas completamente calado de golpe, pero no te importa.
A veces arriba,
a veces abajo,
pero siempre
en movimiento.
(De quien sube
y baja,
sin cesar
el impulso)
Prefiero
el brillo de tus ojos
al de mil diamantes.
Disfruto
masticando momentos
a bocados pequeños.
Suspiro
siempre de reojo...
pero desde mucho antes.
Incauto...
pero es lo que siento,
si no me engañan mis sueños.
Yo no tengo ni idea
de cómo se baja la Luna
pero, las bragas,
te las bajo cuando quieras.
Esos besos que se dan con la mirada.
Esas caricias que se dan con la sonrisa.
Esas charlas que te atrapan, sin prisa.
Esas intenciones que se fingen olvidadas.
El gusto de compartir unas caladas.
El plan que no lo era y se improvisa.
Las ganas que se mantienen imprecisas.
Los idiotas que se huyen por bobadas.
Y aquí sigo
con mi armadura de cartón,
bajo un manto de nubes amenazadoras,
bailando la danza de la lluvia.
A veces me das paz,
otras me aceleras.
Aunque sea sin querer,
pero... ¡joder!
Cruzan fugaces sentimientos perennes,
huyendo del corazón, para conquistar a la cabeza.
Terca es la razón que alimenta la sesera.
Pero, cómo será, si le hace dudar, pese a todo.
Sobre esa línea
en la que es difícil distinguir
el bien del mal,
salvo con los ojos cerrados.
He soñado contigo tantas veces
y, aún así,
me sigo poniendo nervioso
cada vez que apareces.
Me gustaría ser quien te hace trasnochar;
quien consiga descarrilar tus tentaciones,
quien suba, sin bajar, en tu parque de atracciones,
quien vuele junto a ti, sin llegar a despegar.
Dame pausa
Dame choque
Dame guerra
Dame un toque
Dame tregua
Dame jaque
Dame motivos
Dame mate
Dame, dama
Dame calor
Dame frío
Pero dame
Ella es de esas chicas formales que, en el momento adecuado y la situación propicia, se quita los zapatos para bailar encima de la mesa; de las que te atrapan para siempre, si te besa. Ese tipo de mujer que, cuando te sonríe, te embelesa. Que tiene una mirada que te atraviesa y que, sin prisa pero rápidamente, te apresa.
Confiesa, que llevas su impronta impresa; que te jode si huye, pero te derrite si regresa... aunque sea por sorpresa.
Última indecisión fatal,
al borde del bien y del mal.
Mi división horizontal,
en el horizonte de un portal.
Noches que mueren sin final,
con ausencia de instinto animal.
(Me jode mi lado cabal)
Déjate de arena y dame cal.
Los poemas
que no me atrevo
a escribir,
hablan de ti;
de lo mucho
que te quiero
y odio,
al mismo tiempo.
Bastardos, cuando no surgen
en el centro de las entrañas.
Sin sentimientos desparecen
o brotan fríos entre la claridad,
sin saborearse ciegamente.
Mis "tus" con fecha de caducidad,
en la simplicidad de lo imposible.
Tus "noes" de boca pequeña,
donde ni un mosquito cabe.
Nuestros "ya te vale" de reojo,
que encogen el valor del mas valiente.
Sus "bah" que van y vienen
y en el desdén florecen, dando tumbos.
Delirios del sinsentido
que sentido y razón tienen;
que pesan y pasan,
pero con el rumbo torcido.
Y entonces escribo,
sin pensar en cuándo,
sintiendo atemporal,
sin olvidar el qué.
Sin saber el motivo
que encendió la chispa.
Sin saber cómo
apagar la llama.
Brindo
por las cosas confusas.
Por la vida,
en modo ruleta rusa.
Por tu mirada,
que me engatusa.
Por arrancarte
el último botón de la blusa.
Por mis motivos.
Por mis excusas.
Pero, sobre todo,
por mi Musa.
¿Qué puedo decir,
si me flipa verla reír
a carcajadas?
Lo que me hace sentir,
es como un ir y venir
en oleadas.
“¿Cuándo nos mordemos?”,
es una invitación,
como cuando digo que bailemos.
A veces siento que no lo vemos
y otras una absoluta atracción.
Pero, ¿qué le hacemos?
Me gustan las noches eternas
que se convierten en recuerdos fugaces.
Me gustan las noches fugaces
que se convierten en recuerdos eternos.
Me gusta volver a volver a volver.
Me gusta dejar de dejar de dejar.
Me gusta no tener motivo.
Me gusta cualquier cosa, si es contigo.
Se rompe el silencio
Mientras mi boca
Mientras tus piernas
Mientras mi lengua
Mientras tus dedos
Mientras mi pelo
Mientras tu rezo
Mientras jadeas
Mientras me empeño
Mientras me rindes
Mientras te venzo
Hasta el espasmo
Atrapa mi cordura y tambaléame.
Dame media docena de chupitos de osadía,
engáñame de noche y aguántame hasta el día.
Seduce a mi mente y dispárame.
Mata a mi ego y rescátame.
No tengas miedo, que sea una sangría;
que agonice el orgullo, mientras los errores expían,
pero, te lo ruego, asegúrate.
Tengo una mentira, que es mía.
Tú lo llamas descaro y yo cobardía.
Mi paz interior
es fuego
y ceniza;
es lava.
Mi paz interior
es viento
y humedad;
es huracán.
Mi paz interior
es luz
y oscuridad;
es sombra.
Mi paz interior
quema
y congela,
es hielo.
Mi paz interior
es silencio
y alboroto;
es confusión.
Mi paz interior
es excitación
sin tregua;
es guerra.
Jugando a no estar roto
Jugando con el vuelo de tu falda
Jugando al despiste entre espejos y fotos
Jugando a fingir que nunca te he echado en falta
Mi corazón... me pide que te bese.
Mi cabeza... me susurra que corra.
Y yo... no hago caso a ninguno de los dos
y me quedo perdido en tu sonrisa.
Pero...
¿Y si... bailamos?
Porque no todo es blanco o negro
(aunque nos joda).
Te fuiste
sumergiendo
hasta
hacerme caer
en la cuenta
de que
el amor
empapa
sin mojar