Atrapa mi cordura y tambaléame.
Dame media docena de chupitos de osadía,
engáñame de noche y aguántame hasta el día.
Seduce a mi mente y dispárame.
Mata a mi ego y rescátame.
No tengas miedo, que sea una sangría;
que agonice el orgullo, mientras los errores expían,
pero, te lo ruego, asegúrate.
Tengo una mentira, que es mía.
Tú lo llamas descaro y yo cobardía.
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