Cordura presa del silencio elevado
que cumple confinamiento con la locura.
Hartura que besa el tiempo raptado,
bajo un puñado de pensamientos sin cerradura.
Postura que encalla en veneno rasgado
y agota el envejecimiento de la dulzura.
Dictadura del aburrimiento atrapado,
que espera su final, mientras madura.
Pero, ¿cuánto vale el sigilo de la mente,
cuando su run-run te amenaza con una quemadura?
¿Cuánto darías por estirpar esa serpiente
que, bajo su falsa paz, te hiere cuando te cura?
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