Duermo poco y no me importa.
Sueño despierto en cada verso;
mi imaginación vuela bajo tu falda.
Mis mentiras me transportan,
me alborotan y mantienen disperso,
con mis labios en tu espalda.
«¿Qué te traes contigo?»,
me pregunto cuando hablo conmigo mismo.
Me atrapa y me puede el ostracismo;
soy mi peor enemigo.
A mi sombra ya no persigo;
mi ego la volvió espejismo.
Observo distante y sin alarmismo:
de mi declive soy testigo.
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