Quizá el delirio sea quien deshaga
el nudo de nuestras lenguas.
Quizá sean novecientas noventa y nueve leguas
el viaje submarino hasta tus bragas.
Tal vez enlazados acabemos ardiendo,
entre el sudor fruto de nuestra fricción.
Tal vez nos pongamos al borde de la tentación
y de un salto acabemos cayendo.
Dime, sin par doncella,
sin miramientos ni dudas,
sin temores ni traiciones mudas,
¿salimos a robar estrellas?
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