¿Qué hora es en el paraíso de tu locura?
¿A qué saben las caricias en tu espalda?
Tengo ganas de que Troya arda.
Dame veneno que anule mi cordura.
Regálame un billete a tu aventura.
Déjame ser quien siempre guarda
la sonrisa bajo el vuelo de tu falda,
quien no promete, ni tampoco jura.
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