La cordura, bajo la piel.
Los besos, con mucha saliva.
Como un polvo al atardecer;
te atrapa el deseo y ya no hay salida.
Sabor a sexo sobre el papel,
tu sudor en mi boca lasciva.
Contar uno y echar diez,
comerme tus vicios y alargar la partida.
Entresijos entre fluidos,
empujones acompañados de morreos.
Mordiscos que se transforman, lamidos,
cuando desatas el tiroteo.
Liquida tu lado cohibido
y sucumbe al ardor del deseo.
Abre tu lado prohibido,
a las puertas de un feroz lengüeteo.
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