Mi mente me miente,
mi corazón, no,
porque es paciente
y no disimula la agitación.
Mis palabras juegan,
soberanas de la excitación,
mientras mis silencios callan,
cómplices del deseo.
Cómeme la lengua,
antes de que te embelese,
y escóndela a mil leguas,
salvo que no temas que te bese.
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