lunes, 21 de enero de 2013

...Gélido infortunio...



¿Sabe el alma de su propia existencia?
Me pregunto, a veces, con insistencia.
Si yo supiera que lo sabe, ¿sería entonces una ciencia?

Ay alma mía, que vives de noche y mueres de día,
no dejes que cese de preguntarme estas tonterías,
que, sin ellas, no sé qué de mí sería.

Y, si me respondes, hazme olvidarlo, ten clemencia,
que, saber de más, sinónimo es de desdicha fría.

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