No siempre tuvo el alma en pena,
así que no la vendió, para cumplir su condena.
Qué faena, haber tenido la desdicha llena,
y qué imposible, alcanzar la felicidad plena.
Quien no llora no mama, sobre todo cuando truena,
pero agua el río lleva, las veces que suena.
Al enterarse se soltó, de un golpe, la melena,
y se tiró al mar, convirtiéndose en sirena...
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