No sé lo que quiero decir,
cuando digo las cosas sin pensar
Cabalgan las palabras, muy a mi pesar,
cuando de la mente consiguen huir.
Juramentos que mienten por mí,
sin ser capaz de poderlo evitar.
Por su culpa llegué a recitar,
pese a, previamente, quererme rendir.
Vocablos que no conceden ni un segundo,
pero que, cuando ceden, te dejan perdido,
llevándote a lo más hondo del Inframundo.
Es entonces cuando se detiene el latido,
dejando tras de sí un silencio rotundo,
por el que quizás no merecía la pena haber mentido.
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