Aciago destino de rimbombante agudeza,
salta la vida y despeina el nublado juicio,
recompensa a quien le huye y traiciona a quien le reza,
hasta llevarnos de la mano de camino al desquicio.
Casualidades, que son enredaderas entre la maleza,
llevan a seguir corazonadas, a hacer sacrificios
y, a veces, a tener que abandonar la delicadeza,
para acabar sucumbiendo al ansiado bullicio.
Los poemas, como los besos, no se piden.
Pero, por riesgo a que me lapiden,
unas líneas podría regalar.
¿Cuándo salimos a bailar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario