Agárrame y ponte al mando.
Tu mirada juguetona me desnivela,
retuerce mi mundo convirtiéndolo verano,
donde todo es caliente y luminoso.
Déjame bailar tu tango
y guíame por la pasarela
que lleva a lo profundo del océano,
donde los tiburones esperan ansiosos.
Si Tú me lo pides, me remango;
que mi saliva en tu piel se vuelva acuarela
y me regales un roce cercano.
Lo reconozco, es contagioso.
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