Hay una barrera invisible
entre las ganas y la pereza...
El equilibrio está para perderlo,
entre subidas y bajadas confusas.
Subterráneas se creen algunas musas,
cuando se elevan hasta el cielo.
El meñique izquierdo me lo apuesto,
y me lo cortas como un rodaballo
si, antes de lo que canta el gallo,
no acaba mi corazón tuerto.
No predico a solas en el desierto,
ni inventé el gotelé de soslayo,
pues hablo más cuando callo.
Mas callaré de verdad cuando haya muerto.
Ojalá sea de helio
y se nos ponga voz de pitufo maquinero.
Ojalá de agua,
y que nos cale enteros.
Improvisando a medias con Chicavértigo
Echar de menos
con la copa vacía,
pesa más
que un kilo de paja,
pero menos
que un kilo de ego.
¿Cumple años el olvido?
¿Son los años un espejo?
Se pregunta, perplejo,
el más común de los pecados.
Recuerdos confinados
en el ocaso prohibido.
Si la cortina cae
la ventana se desnuda,
dejando ver al Sol
comiéndose el presente.
Con aullido ausente
grita el caracol
su poesía muda,
cuando la luz distrae.
La oscuridad se envenena,
desapareciendo su penumbra,
por una causa buena.
La claridad desmelena
y a lo acogedor acostumbra.
Brilla fuerte, morena.
Sé que, lo que escribo, a veces es difícil de entender.
Yo mismo llego a comprender
que se tropiezan las palabras, una tras otra,
que se agolpan, descaradas y traviesas.
Pasa si te trastabillas, cuando te confiesas,
que requiere paciencia y algo de potra.
Prueba de nuevo a leer,
después de unos vinos, al anochecer.
Suena la lluvia mientras grita la tetera.
El cactus muere de sobredosis;
está todo mojado ahí fuera.
Chupito, si el cielo se desencapota.
Arde el secador deshaciendo gotas.
El gato maúlla creyendo ser fiera.
Un poco de laca, metamorfosis.
Abres la ventana, se apaga la vela.
Pompas de jabón que, en la mente, flotan.
Espíritu de guirnalda y cojín, simbiosis.
Comerse el mundo para prevenir la artrosis.
Vivir sin límite, hasta la última nota.
Dice la Luna que añora ser alta;
que anhela los vuelos y detesta las siestas.
Un viento ausente le hace recordar;
desea rozar de nuevo las nubes y oler la tormenta.
Quiere el Sol hacerla brillar sin pactar,
recorrer sus cráteres sin bicicleta,
notar bajo su fuego la tierra, al andar.
La esencia a lavanda el recuerdo alimenta.
Desean mutuamente ponerse antifaz;
disfrutar la fricción en un eclipse total.
Como esfinges resolver el enigma,
despejar la equis y, a la vez, estallar.
Esconde la cabeza la tortuga, intraterritorial.
Tortura intrínseca de cuatro paredes.
Altura baja, para que te enredes
en la búsqueda del Santo Grial.
La felicidad se encuentra en la zona abisal;
la busco yo y la buscan ustedes.
Un prodigio encontrarla si no te excedes,
si comprendes que es una suerte temporal.
Lo polilla, juez y jurado del mundo animal,
sabe que cosas de ti mismo concedes,
conoce hasta donde llegan tus redes
y que, si empiezas, llegarás al final.
Que te rija siempre el "allá cada cual",
y que no importe que estatuto transgredes.
Lo importante sólo es lo que sí sucede;
enciende esperanza la oruga, extraterritorial.
No me vengas con casualidades
calculadas con escuadra y cartabón,
ni con hacerte el tonto o el bonachón,
cuando se huelen a la legua tus vilezas.
No me vendas tus artes de proezas,
ni me jodas con vaciles del destino.
Si prestas atención verás que hilo fino,
así que cuidado con cómo persuades.
Nunca me gustaron las artes
de los que fingen tras una sonrisa
El amor es brisa suave que el tiempo arrastra;
capaz de dejar a la melancolía de refilón.
La paciencia es la base cualquier relación,
con esas personas a las que llamamos casa.
Es un acierto frenar antes de saltar;
pausar la carrera al borde de la condena.
¿Hace falta quitarse las cadenas?
Cerrar los ojos, un paso más y no pensar.
Notar al poco la profundidad;
penetrar en la herida mientras truena.
Esperar el rescate es una faena,
mientras el salvavidas zozobra en la oscuridad.
Compartir el ego te hace inmortal,
te suma y multiplica por altruismo.
Regalar palabras es hacer nudismo;
la ternura envuelta en un vendaval.
Un deleite eterno y brutal,
poesía mezclada con el silencio mismo.
Versos que muerden por puro salvajismo.
Arte por instinto animal.
Salto al vacío
Caer despacio
Con los ojos abiertos
Con los ojos cerrados
Ser gota de rocío
Parecer topacio
Dan igual los aciertos
Dan igual los fallos
Camaleónico
Textura dura
Materia pura
Sinfónico
Sentimiento supersónico
Como calentura
Sin quemadura
Amor platónico
Me llena de espanto
el canto de sirena
que frena
el manto de osadía
con dulces palabras
que envenenan.
Danza con mi mente, bailarina;
suéltate el pelo y desenrédate.
Baraja y reparte.
Tus juegos, mi nicotina.
Ese cosquilleo al borde de la adrenalina;
como el instante justo antes de correrte.
La sonrisa se me escapa al pensarte.
Tu veneno, mi medicina.
Sucumbir a lo obsceno;
dejarte llevar, si descoloca.
Juegos con la boca.
Tu relámpago, mi trueno.
Aún voy sereno.
¿Otra copa?
Caricias a quemarropa.
Tu pausa, mi desenfreno.
Me gustan los retos a la luz de la luna.
Es cierto que sólo hay una,
pero es fiel compañera.
Quizá ya no es lo que era,
que ha sucumbido al capricho,
del eclipse -o eso me han dicho-.
Aún así me mantiene alerta;
conservo mi mente despierta,
a la espera de entrar en acción.
(Quizá avise con una vibración
o sea sutil su atrevimiento)
Sabrá lo que es merecer su aliento,
quien persevere por su humedad,
sin querer jugar por jugar.
Devoto a la flor de loto
que se deja seducir por el alboroto
de un corazón roto.
Prometo, sobre mi esqueleto,
levantar el veto al completo
y dejar volar el luto.
Aguantar sin estar inquieto,
sin pensar, pasar el rato
y, sin condición, aceptar el trato.
Juro, por real decreto,
cumplir todo lo que prometo,
pero sólo soy un pato.
Mentiras que son mentira
y verdades que van al revés.
Como el aire que no ves
pero, aún así, respiras.
Engañar al engaño, inspira,
pero con la verdad no te atreves.
"Dame calma y alborótame",
dice el corazón que conspira.
Corazón que siente,
el que no olvida,
el resiliente.
Niega y asiente;
la guerra fría
del corazón caliente.
Suicida corazón, de pulso acelerado.
Maldito cabrón, incapaz de callar.
Grillete que frena, por lealtad eterna.
Silente caparazón, de ritmo pausado
Un cuaderno de suspiros y pecados,
donde ahogar gritos de palabras consentidas;
donde arrancarme, una a una, todas las espinas
y brindarte cuando bebo, por todas las esquinas.
Ese escalofrío cálido que recorre tu cuerpo,
cuando el pulso se acelera y la mente se nubla.
Esa atracción por el deseo creciente.
Ese ansia por el placer inminente.
Cómo se abren los sentidos de golpe;
todo sabe más, suena más, se siente más, aunque sea a oscuras.
Oyes tu propia respiración,
notas el cambio de calma a agitación.
Un roce se vuelve irrebatible,
una palabra es un estruendo.
Los besos se vuelven relámpagos.
Los jadeos, truenos.
La mente se para.
El corazón bombea.
La saliva se vuelve aliada,
los dedos se convierten en armas.
El asedio es mutuo y compartido,
sin defensas, sin ofensas.
La piel sólo es piel
y el sudor, simple reflejo del placer.
Una vida llena de peros y casis.
La fantasía como éxtasis.
La certidumbre en un oasis.
Una permanente metamorfosis.
Mi eterno debate,
entre la vida y lamerte.
Me gusta jugar al escondite.
Saborear del uno al cien.
Jugar por jugar y al resto que le den.
Dejarte pillar fingiendo un despiste.
Aceptar el desafío simplemente por divertirte.
Contar y buscar, esconderte y que te pillen.
Ganar es bueno, perder también.
Disfrutar sin pensar ni arrepentirte.
Olvidamos los juegos al crecer.
Hacerse mayor quita mucho tiempo,
a pesar de que no lo queramos reconocer.
Y, aunque no lo pueda parecer,
la vida se pasa en un momento.
¿Recuerdas lo que te hacía reír antes de ayer?
Recítame en silencio
con las yemas de los dedos,
muérdeme con la mirada
y devórame sin prisa.
Saco pecho en mi lucha contra mí mismo;
mantengo el pulso y la mirada fría.
Me arropo de noche en el pragmatismo.
Me descubro teórico durante el día.
Visto mi condena de romanticismo
y me coso con letras para evitar la sangría.
El caso es saciarme de egocentrismo,
disfrazando mi actitud de distante apatía.
Pero aún me queda tinta de sobra,
con la que hacer frente a mis demonios.
Con el bolígrafo como única arma
y el cuaderno cómplice de mi testimonio.
Disfrutar sin nadie a los mandos,
con juegos de sábanas aún calientes,
sin necesidad de salir volando
ni de mentir sobre lo que no sientes.
La imaginación, a veces,
dispara pasos en falso
que superan, con creces,
lo de ver a medias el vaso.
Cervezas a medias
Risas a carcajadas
Ni dramas
Ni comedias
Desatarnos a bocaos'
Certezas inconclusas
Dudas aplazadas
Sin desgana
Sin excusas
Rendirnos alocaos'
La lata que da si mete la pata
la gata que trata de atarte.
Quizá pueda sonarte a dislate
que no acate sin más el azote.
No hay trato.
Aún late.
Lo sé.
De remate.
Mi prenda favorita,
tus bragas mojadas, por los tobillos.
Juegos de pillos,
tu mirada agitada, en mí clavada, me palpita.
Por esas veces que la vida nos pide saltos de fe
y todo es cuestión de dejarse caer.
Laberinto que invita a saltar a ciegas
cuando la realidad aprieta;
el fin de los medios
que justifican los viejos recuerdos.
Locura que salva a los que nadan contra corriente
y apresa a los cuerdos.
Ley de vida huir,
a poder ser, haciendo la croqueta.