Perdí el Sur
mientras trataba de encontrar el Norte.
El sexo no deja de ser esa trampa para ratones
a la que le gusta poner velas al amor.
Tomar decisiones es un arte;
elegir las malas adrede, una pasión.
Da igual cual sea la ocasión,
si la gravedad es la de Marte.
Los domingos al sol desnudan trenes
de los que toman una sola dirección;
esos que siguen una única vía
y cada dos por tres repiten estación.
Sin querer te quise
Sin querer te quiero
Hasta en días grises
Incluso bajo un aguacero
Yo te quería comer el coño
y tú me comías la oreja.
Esperamos a florecer en otoño
y en esa estación no hay abejas.
He cometido más actos de piratería
con palabras
de los que estoy dispuesto
a confesar.
La vida pasa
y sigo pidiendo veneno.
¿Quiero morir
besando esos labios?
Me pesa seguir pensando
mientras estoy sintiendo
que no hay tabula rasa
sin quitar el freno.
No hablaba solo porque estuviera loco,
es que no lograba ponerse de (a)cuerdo
consigo mismo.
A los que nos cuesta hablar de sentimientos,
el papel nos invita a abrirnos en canal.
Un brindis por todos esos "te quiero"
dichos bajo cuerda, que se guardan
en el bolsillo trasero del pantalón y
acaban desteñidos en la lavadora.
He utilizado a mi Musa
para enfrentar dragones,
para esquivar besos
y encantar serpientes.
La he utilizado de excusa
para quemar vagones,
de trenes de esos
que sólo una vez pasan.
Te propongo 24 horas de amor eterno;
sin líos, con copas,
sin frío, sin ropa.
Desafiando al invierno.
A corazón desnudo y sin frenos;
con saliva, con tonteo,
sin salida, con deseo.
Ni más, ni menos.