No soy antídoto,
ni cruel veneno.
Ni tan malo,
ni tan bueno.
A veces me emborracho
y permanezco sereno.
En ocasiones me embalo
a la vez que freno,
porque soy la contradicción
de un absurdo ajeno.
No soy antídoto,
ni cruel veneno.
Ni tan malo,
ni tan bueno.
A veces me emborracho
y permanezco sereno.
En ocasiones me embalo
a la vez que freno,
porque soy la contradicción
de un absurdo ajeno.
Yo creía que estaba cuerda,
por tenerme totalmente atado,
y resulté estar del todo errado,
aunque sea una gran mierda.
¿Quién hará que me pierda?
¿Quién me dejará descolocado?
Tendré que buscar en otro lado
y que sea otra la que me muerda.
Que lo que para uno es un rayo,
para otro pudiera ser sólo un relámpago.
Brindo por todas esas cosas que no hago
y debería hacer.
Por no dejarme, y a la vez dejarme,
llevar por el placer.
Por la noche.
Por el amanecer.
Por los que vienen y van,
y por los que siempre se dejan caer.
Brindo por mi
y por mi puta manía de desaparecer,
pero, sobre todo,
brindo por siempre volver a volver a caer.