Brindo por todas esas cosas que no hago
y debería hacer.
Por no dejarme, y a la vez dejarme,
llevar por el placer.
Por la noche.
Por el amanecer.
Por los que vienen y van,
y por los que siempre se dejan caer.
Brindo por mi
y por mi puta manía de desaparecer,
pero, sobre todo,
brindo por siempre volver a volver a caer.
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