lunes, 19 de agosto de 2013

...Dita sea...



Maldita sea la distancia
que separa dos vasos de vino,
adornados por la ausencia,
ese abismo a mitad del camino.

Ambos acompañados
por la amargura de una cerveza,
pudiendo estar pegados,
pero no, por la pereza.

Tú con tus cosas, con tu vida,
siendo valiente en este mundo cobarde.
Yo con mi mirada perdida,
esperando a que se haga tarde.

Maldita también mi vagancia,
la desquicia del mezquino.

Aunque el mejor de mis pecados
es que no sales de mi cabeza.

Esperemos no haga herida
y al final algo bueno guarde.

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