miércoles, 25 de mayo de 2011

...El día que la suerte me abandonó...



Le dije que no la necesitaba. No era cierto, pero la estupidez humana no tiene límites, y eso te hace decir idioteces de ese tipo. Es cierto aquello que dicen, sobre que uno no valora las cosas lo suficiente mientras las tiene...
No tardé demasiado en echarla de menos, pero nunca se lo dije, pues el orgullo es un escudo que daña más de lo que protege...
Creo que a veces me espía y se pone de mi lado, sin que me de cuenta. Al parecer ella también es orgullosa, al menos lo suficiente como para no volver... 
Me gusta que me observes, Suerte, puedes volver cuando quieras, que te estaré esperando...

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