Siempre, de la calma, aparece la tormenta;
y es ahí donde estás perdido.
Porque lo normal es que se haya ido,
cuando tú te hayas puesto alerta.
No me des más veneno, dame absenta
y relátame tus intenciones al oído.
Pero huye de mí, pajarito herido,
y haz el vuelo por tu puta cuenta.
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