miércoles, 2 de marzo de 2011

...Rigor mortis...



La situación es desesperante, no te puedes mover. Lo intentas de nuevo. Nada, no puedes, tu cuerpo no responde. Maldices a tu puta mala suerte una y otra vez, pero no cambia nada. Vuelves a intentarlo por enésima vez, pero sigue sin dar resultado. Empiezas a frustrarte por momentos. Te gustaría golpear algo, dar patadas quizás, puede que incluso algún puñetazo, pero no puedes, y eso te jode. Sigues blasfemando y maldiciendo todo lo que se te ocurre. Mentalmente, claro, pues tus labios están sellados, inmóviles -como todo tú-, incapaces de articular palabra alguna. Sigues intentándolo, no quieres darte por vencido, pero ya llevas demasiado tiempo así -jurando en arameo, mientras tratas de moverte-, quizás más de 24 horas. El único movimiento que has conseguido en ese tiempo ha sido involuntario, fruto del puto rigor mortis, supones. Al final te resignas. Te limitas a mirar a toda esa gente a través del cristal. Hay algunos que lloran, otros que no, los hay también que parece que intentan sonreír, pero la mayoría carece de gesto alguno. Sonríes en tu interior, admitiendo la situación -ya no intentas moverte-, has muerto, ya nada puedes hacer. Sólo rezas por que alguien te haya metido unas monedas en el bolsillo, pues esta noche has de coger un barco, y Caronte no admite polizones a bordo...

2 comentarios:

Fátima dijo...

LLevas cheque en Blanco... ;)

Garvía dijo...

Caronte no admite cheques! :P