miércoles, 6 de julio de 2011

...Juegos de da-dos...



Tiró el dado una vez y esperó pacientemente a que se parase. Cuando este estuvo quieto, el resultado no pareció ser de su agrado. Había salido un seis. "Tiraré otra vez", dijo con entusiasmo. Y así lo hizo. Esta vez salió un tres, pero tampoco parecía gustarle. Pese a no haber encontrado lo que buscaba, mantenía su sonrisa intacta. Recogió de nuevo el dado, sopló fuerte y lo arrojó contra el suelo. Ahora el dado lucía la cara del cuatro, pero seguía estando insatisfecha. Así pasó media tarde, tirando y recogiendo, sin cesar. Salieron todos los números en repetidas ocasiones, y no terminaba de convencerla ningún resultado. Aún así no desistía y seguía lanzándolo una y otra vez. 
Su desilusión parecía crecer por momentos, por lo que decidí preguntarle qué era lo que esperaba sacar. "Un siete", contestó ella. Su sonrisa se tornó en tristeza cuando le expliqué que era imposible sacar un siete con un sólo dado. Entonces cogió el dado, lo guardó, se metió las manos en los bolsillos, bajó la cabeza y dio media vuelta, dispuesta a marcharse. Fue en ese preciso instante cuando la llamé para que no se fuera, se girase y viera el dado que tenía en mi mano. Entonces lo vio y sonrió, pues sabía que juntos, con los dos dados, podríamos conseguir el ansiado siete que ella sola no había logrado sacar.

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