lunes, 18 de julio de 2011

...Y, sin pedirle nada a cambio, al diablo el alma le di...



Bebiendo cócteles que mezclan vodka con relámpagos, en medio de una tormenta de verano, en mitad de un desierto de ideas, a once minutos de la media noche, y con los ojos clavados en la Luna. Una Luna rojiza, cálida, que se descubre en el horizonte, llenando el hueco vacío dejado por el Sol, sobre el mar. Mar que rompe bajo mis pies, con sus impetuosas olas. Olas enérgicas, cargadas de millones de gotas, procedentes de miles de sitios diferentes, de más allá de donde la mirada puede llegar a ver. Mirada atrapada, fija, hechizada, presa... Presa de aquella Luna que tus ojos no logran alcanzar, y que los míos anhelan, fruto del encantamiento que los une. Unión temporal, resultado de una vigilia permanente, previa a un futuro secuestro de Morfeo...

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