miércoles, 13 de julio de 2011

...Retando al sueño...



Cuando uno tiene demasiadas cosas en la cabeza es imposible dormir. Y, cuando digo imposible, no me refiero a un imposible categórico, si no a la elevada dificultad que acarrea dicha tarea para una mente en pleno funcionamiento. ¿Que por qué lo sé? Pues porque lo veo demasiado a menudo, sobretodo en mi propio cráneo. No hace falta que lo que ocupa el pensamiento sean cosas inteligentes o grandes problemas, pueden ser miles de pequeñas cosas absurdas, e incluso abstractas. Dormir es, supuestamente, una acción fácil, que no requiere demasiado esfuerzo… o así debería ser.  Dicha acción podría compararse con bajar de un coche. Abandonar un vehículo puede parecer una maniobra sencilla, en la que tan solo hay que abrir una puerta y desplazar el cuerpo hacia el exterior. Pero la tarea puede volverse más compleja. Sospecho que la mayoría de la gente, al leer tal comparación, se ha imaginado un vehículo inmóvil. Piense ahora en un coche en marcha, el acto de abandonarlo se complica, volviéndose más laborioso en cuanto la velocidad del automóvil aumente o los obstáculos del camino sean mayores . Con la mente y el dormir ocurre prácticamente lo mismo; cuanto mayor sea la velocidad del pensamiento, más complicado se volverá el conciliar el sueño y, por el contrario, cuanto más apagada esté la mente, más fácil resultará. Cuando uno tiene muchas cosas en la cabeza la mente se revoluciona, hasta el punto de no poder parar hasta que se cortocircuita (debido al propio cansancio de la misma, como si de un sobrecalentamiento de motor se tratase), momento tras el cual el individuo se queda dormido. Con esto, y para terminar, llegamos a la conclusión de que es imposible bajarse de una mente en marcha.

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